Este lento proceso de asimilación cultural ha sido deno- minado “romanización”, y se vio favorecido por algunos acontecimientos previos, como la conquista militar y la integración de Hispa- nia en el sistema administrativo del Imperio. Los medios principales empleados para lle- var a cabo la romanización fueron los si- guientes:
- La conquista militar. El comienzo de la conquista fue consecuencia de la Segunda Guerra Púnica (S. III a.C.) y afectó principal- mente al área mediterránea de la Península. La conquista del interior de la Meseta se desarrolló en el siglo II a.C. e incluyó dos lar- gas y crueles guerras: las guerras lusitanas y las guerras celtibéricas, con el largo sitio a la ciudad arévaca de Numancia, que sería des- truida. Entre los años 29 y 19 a.C., Augusto definitivamente sometió todo el norte, en la guerra contra los cántabros y los astures.
- La integración de Hispania el sistema ad- ministrativo del Imperio. En época republi- cana, Hispania fue dividida en dos grandes provincias: Citerior (consular) y Ulterior (se- natorial). Augusto, en el Alto Imperio, la divi- dió nuevamente en tres: Tarraconensis, Lusi- tana y Bética; y Diocleciano, en el Bajo Impe- rio en cinco: Gallaecia, Tarraconensis, Lusi- tana, Betica y Cartaginensis.
- La progresiva inserción de los hispanos en la división social romana en clases: sena- toriales, equites, plebe, libertos y esclavos. La ciudadanía romana, al principio muy res- tringiada, se acabó concediendo a todos los hombres libres.
- El latín se extendió por todo el territorio, especialmente en las zonas meridional y me- diterránea. Se convirtió en una lengua de prestigio para la literatura, la ciencia, el dere- cho y la política. Algunos relevantes autores latinos fueron de origen hispano: Marcial, Sé- neca, Lucano, etc. Las lenguas autóctonas, no obstante, no desaparecieron totalmente.
- El uso del derecho romano se normalizó en toda la Península. Su empleo no sola- mente regulaba las relaciones privadas, sino también las instituciones políticas y su funcio- namiento. Sirvió para cohesionar la sociedad y asegurar la justicia y la convivencia.
- La dominación romana impuso también las creencias religiosas propias del Imperio. Se respetaron las creencias locales, pero era obligado el culto al emperador y a los tres dio- ses que simbolizaban el poder de Roma: Jú- piter, Juno y Minerva (la llamada Tríada Ca- pitolina). En este sentido la religión era utili- zada como medio de integración política.
- A partir del siglo III d.C., se difundió tam- bién el cristianismo en Hispania. En un prin- cipio, los cristianos fueron perseguidos por- que rechazaban los dioses romanos y, sobre todo, a dar culto al emperador. Pero con el Edicto de Milán (313) se reconoció legal- mente el cristianismo, que pasó a convertirse en la iglesia oficial del Estado con Teodosio I en el año 380.
- La romanización hizo que la economía de Hispania registrara un importante desarro- llo, que solamente se frenó a partir del siglo III d.C. Se mejoraron las técnicas de cultivo y los sistemas de explotación minera. La agri- cultura se fundamentaba en la clásica tríada mediterránea. Hispania se integró en los cir- cuitos comerciales del Imperio romano y ex- portaba e importaba todo tipo de productos.
- La civilización romana fue esencialmente urbana. Hispania vio crecer el número y el ta- maño de sus ciudades. Emerita Augusta, Caesar Augusta (Zaragoza), Hispalis (Sevi- lla), Tarraco, Barcino (Barcelona) o Lucus Augustus (Lugo), etc. Las ciudades romanas eran centros económicos y políticos que or- ganizaban, además, su entorno rural. Mu- chas de ellas tuvieron un gran desarrollo mo- numental, con acueductos, teatros, anfitea- tros, foros, termas, templos, etc. Los roma- nos crearon una excelente red viaria basada en las calzadas. Su finalidad de organizar el territorio, asegurar su control militar y admi- nistrativo, y unir las distintas ciudades.